El poder del autocuidado: la historia detrás de AmarC

Cuando Daniela era solo una niña aprendió que en su entorno cercano estaban todas las herramientas que necesitaba para autogestionar las inseguridades, miedos y dolores que su diagnóstico mental le producía. Esto le permitiría, años más tarde, fundar AmarC, una organización comprometida con el cuidado mental de las personas.

Hoy, con 25 años, Daniela recuerda con alegría, aunque también con un gajo de nostalgia, una de las situaciones más difíciles que ha tenido que afrontar en su vida. Cuando tenía 3 años y vivía en Ibagué, en su hogar estalló una situación muy demandante a nivel emocional, que terminó afectándola, pero a partir de la cual logró extraer un aprendizaje de un valor incomparable: tuvo que encontrar formas de catalizar las emociones negativas y brindarles matices distintos.

Pero esas formas de lidiar con su diagnóstico no se presentaron de manera inmediata, antes tuvo que lidiar con problemas que muchas personas con enfermedades mentales en Colombia han tenido que vivir. El estigma público y el autoestigma que sufría, sumado a las barreras de acceso a la salud mental, la llevaron a recorrer un tortuoso camino en el que pasó por diferentes profesionales, tratamientos, metodologías y fármacos. En medio de ese trayecto, lleno de vaivenes, identificó las actividades que le permitieron gestionar sus emociones; ella misma tuvo que movilizar y liderar los cambios que le permitirían mejorar.

La primera forma de autogestión que encontró fue a través de los caballos, en compañía de ellos se sentía más tranquila y sus dolores tomaron rumbos distintos, además entendió que sus emociones podían ser comunicadas de maneras diferentes, mientras que en el arte encontró alternativas para plasmar y comunicar pensamientos que el lenguaje convencional no le permitía. Estas herramientas de autocuidado fueron las semillas que más tarde germinarían hasta convertirse en la Fundación AmarC. Así que para impactar a otros, Daniela primero tuvo que conocerse a sí misma y aprender a sacar provecho de su entorno. 

Experiencias que hacen crecer 

Este aprendizaje logró ponerlo en práctica cuando ya vivía en Bogotá y cursaba sus últimos semestres de terapia ocupacional en la Universidad del Rosario. En su rol como vicepresidenta de la representación estudiantil de su facultad, que coincidió con el intento de suicidio de una de sus amigas más cercanas, Daniela generó espacios de diálogo y sensibilización, en los que se buscaban alternativas de fácil acceso para todas las personas en temas de salud mental. Por estas experiencias notó que cada persona tenía sus propias formas de practicar el autocuidado y gestionar y prevenir crisis emocionales. 

Por el impacto que generó en su entorno, ganó la beca ‘Líderes que Trascienden’ de Origen-Universidad del Rosario. Durante esta experiencia transformadora logró capitalizar sus sueños, fortalecer sus habilidades de liderazgo y conocer personas que han dejado huella en su vida, como Jaime Bacarés, un líder Origen que fue fundamental para ella, ya que la ayudó con varios temas legales que permitieron la consolidación de su organización y Rodrigo Matamoros, su mentor en el programa de mentorías, quien le brindó conocimientos invaluables y una amistad que perdura hasta la actualidad.

Floreciendo 

En el año 2018 las ideas, convertidas en acciones, terminaron floreciendo y se consolidó AmarC. La fundación tuvo como premisa la reducción de brechas en el acceso a la salud mental, teniendo como énfasis la implementación de metodologías innovadoras que priorizaran la prevención de todas las personas, sin importar sus edades, etnias o sexo.

Durante la pandemia, una etapa que sin duda nos mostró a los colombianos, y al mundo en general, que la salud mental es una prioridad, AmarC creció: hoy son cerca de 70 los voluntarios que trabajan con Daniela, movilizando cambios y sembrando semillas para que un día la fundación no sea un jardín, sino un bosque que eche raíces y ayude a tantas personas como sea posible. 

El impacto que Daniela ha generado no se detiene, pues cada vez son más las personas que se unen a su causa y quienes se benefician con su iniciativa. Su sueño es hacer de AmarC una fundación sostenible y escalable, que permita a sus voluntarios vincularse laboralmente y que, desde la salud mental comunitaria, den un vuelco al paradigma de la salud mental en Colombia.