Fundación Niñas de Luz: los sueños como motor de transformación

En la búsqueda de transformar su realidad, cuando apenas era una niña, Luz Dary Bonilla descubrió la que sería su máxima de vida y la filosofía principal de la Fundación Niñas de Luz, de la que hoy es fundadora y directora: formar e inspirar a través del ejemplo.

En su caso, el primer ejemplo que recibió y el cual la marcó hasta hoy fue el de su padre. “Un hombre absolutamente amoroso y trabajador, quien proveía todo en casa. De él aprendí a honrar la palabra y a siempre terminar lo que empiezo. Era mi líder”, lo describe.

La ausencia de su padre en casa cuando apenas tenía 8 años hizo que Luz Dary tomara el liderazgo de las tareas del hogar, entre ellas cuidar a sus hermanos, mientras su madre salía a trabajar. Una experiencia que, aunque compleja a tan temprana edad, le daría las herramientas para alcanzar sus sueños y para inspirar a otras niñas que, como ella, han vivido el abandono o la ausencia de alguno de sus padres, han dejado de lado los juegos para adoptar roles de adultos y han sufrido el rechazo de otros por tener condiciones sociales distintas.

Luz Dary vivió su infancia en Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá. Desde allí, solía observar la inclemencia de una ciudad que a veces es ajena para algunos y que en sus formas marca y evidencia las diferencias sociales. Siempre fue inquieta, creativa, soñadora y, como ella misma asegura, “muy buena contadora de historias”.

Esas características las identificó y potenció muy bien la que Luz Dary llama su primera mentora y quien también sería fundamental en su propósito de vida. “Felicita Rojas era la orientadora de mi colegio, quien me dejó tres cosas muy claras: vaya a donde vaya, siempre sentirme orgullosa de ser colombiana, retribuirle a mi país algo de lo que me ha dado y nunca quedarme con los dolores que me dé la vida: se sufren, se sanan y se sigue adelante”, señala.

Gracias a la orientación de Felicita, Luz Dary se enfocó en ser su mejor versión y lograr sus proyectos a través del ejercicio de construir un diario de sueños; esta es ahora una herramienta de enseñanza replicada con las niñas de la Fundación.

Al terminar el colegio empezó a trabajar como auxiliar contable y tomó la decisión de estudiar contaduría pública, además de participar en voluntariados sociales y mentorías. Después de culminar exitosamente dicho pregrado trabajó como auditora para Colsanitas, en donde se ganó una beca para ir a España a estudiar la maestría en Gestión del Riesgo Empresarial, de la Universidad Pontificia de Comillas. 

El sueño de la Fundación

Al regresar de España, donde además de estudiar se dedicó en sus tiempos libres a la danza, otra de sus pasiones, Luz Dary hizo realidad el sueño que desde pequeña había visualizado: ayudar a niñas de los sectores menos favorecidos de la capital −a través del arte, la cultura, el deporte y la comunicación− a lograr ser las líderes de su propia vida, a construir su futuro y a aportarles a las nuevas generaciones.

Cinco niñas del barrio República de Canadá, en Ciudad Bolívar, a quienes había conocido en los ires y venires de su misión social, fueron la inspiración. Comenzó viajando con ellas en Transmilenio desde el Tunal hasta el norte de Bogotá, a manera de ejercicio pedagógico en el que buscaba demostrarles que esa otra parte de la ciudad también les pertenecía y que para demoler las barreras de la desigualdad social hay que tener voluntad y determinación.

Fue así como en junio del 2015 se creó oficialmente la Fundación Niñas de Luz, que ya ha impactado a 210 niñas de entre los 5 y los 17 años de edad, de zonas vulnerables de Bogotá, y a niñas y niños de Puerto Echeverry (Chocó). Los beneficiarios tienen acceso a distintas escuelas de formación y mentorías.

El compromiso de Luz Dary ha sido resaltado en varias ocasiones. Fue reconocida por el Social Innovation Journal (2017); ganadora del Premio Alejandro Ángel Escobar en la categoría de solidaridad (2018); finalista de Mujer Cafam Chocó (2019); y ganadora de Titanes Caracol (2019) y del Premio Latinas con Voz (2021).

Se propaga la llama de los sueños

El 2019 fue un año significativo para Luz Dary, pues su paso por Origen, a través del Programa Integral de Liderazgo (PIL), le permitió entender que antes de liderar a otros debe aprender a liderarse a sí misma. “Aprendí a reconocer mis vulnerabilidades y mis limites, entendí que en el ejercicio del liderazgo necesitamos ayuda, solos no podemos”, dice.

Luz Dary recuerda con mucha alegría el momento en el que, como parte de uno de los retos del programa que adelantaba con Origen, pudo cumplir un sueño más de aquellos que había anotado en su diario: bailar como solista. Una vez más, confirmaba así que, como decía su papá, los sueños se convierten en pactos que tarde o temprano se cumplen.

Al empezar la pandemia, Origen comenzó a guiar a Luz en una nueva forma de liderazgo y la incentivó a replantear algunas herramientas y estrategias que estaba aplicando en la Fundación Niñas de Luz. Gracias a esto, encontró nuevas alternativas para llevar a la virtualidad todos los procesos que se adelantaban. Por este tiempo, también logró constituir legalmente la fundación en Nueva York y París.

El diario de sueños de esta aguerrida mujer que ha impactado a tantas niñas con su ejemplo de vida no se ha terminado de escribir, aún hay mucho por anotar, según cuenta. “Espero que en cinco años una de las niñas sea mi reemplazo como directora de la Fundación, que otras hagan parte de la junta directiva y otras ocupen cargos públicos y yo pueda ir a votar por ellas”, señala.

Publicar un libro con historias que inviten a la reflexión sobre la desigualdad en Colombia, y ver a sus dos hijos realizados desde sus profesiones y propósitos de vida también son sueños que están en la lista de Luz Dary y que ya ha empezado a visualizarlos como realidades.