El vuelo sonoro de un migrante

Así como las aves migratorias cambian de plumaje antes de emprender su vuelo, así define Aldemaro Romero su proceso de migración. “Al migrar me cambió la vida. Dejé todo: mi familia, mis comodidades… pero yo vine aquí decidido a adaptarme y a crear mi propia oportunidad”.

Aldemaro es un joven venezolano de 25 años, coréografo, bailarín y artista audiovisual, radicado en La Guajira hace 5 años. Gracias a su proyecto Talento de Calle, una escuela de baile que busca democratizar la educación artística y ponerla al alcance de niños, niñas y jóvenes en condición de vulnerabilidad, Aldemaro fue seleccionado como uno de los becarios del programa ‘Liderazgo para la reconciliación’, desarrollado por la Fundación Origen, con el apoyo del Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR), de USAID y ACDI/VOCA Colombia.

Su talante, naturalidad y evidente impacto que genera en su territorio, no solo lo ha hecho merecedor de apoyo por parte de organizaciones nacionales e internacionales, sino que ha desdibujado los paradigmas sobre los migrantes en nuestro país.

Una explosión de talento

Aldemaro descubrió su pasión por el baile cuando tan solo tenía 4 años. Tal vez, por eso, para nadie fue sorpresivo que siendo un preadolescente ya fuera coréografo y liderara una academia de baile con cerca de 75 alumnos. Años más tarde empezó a estudiar ingeniería civil, actividad que alternaba con su trabajo como artista y su participación en reinados y eventos.

Sin embargo, en 2016 su padre, un profesor universitario, se enfermó y falleció, según cuenta Aldemaro, “por falta de atención médica”. Este doloroso hecho, sumado al desplome de la economía de su país, minaron su fe, optando por migrar a Colombia.

Ya estando en La Guajira, entendió que no tenía otra alternativa que dedicarse a lo que mejor sabía hacer: bailar.

Fue así como en 2019, junto con otros 8 jóvenes, creó la escuela Talento de Calle. “Nuestra misión –asegura Aldemaro– es transformar vidas por medio de la danza, así como incidir positivamente en La Guajira desde un aporte social y cultural”.

Los estaderos, plazas y centros comerciales fueron los primeros escenarios para  dar a conocer su talento y sostenerse económicamente. Allí también conoció a muchos jóvenes, niños y niñas que, como él, veían en el arte una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida.

Hasta el momento, en Talento de Calle se han formado más de 180 niños, niñas y jóvenes de diferentes poblaciones vulnerables, como afrodescendientes, migrantes, lgbtiq y en condición de discapacidad. Actualmente cuenta con 4 profesores voluntarios.

Diversidad y futuro

“Migrar me enseñó que, a pesar de las diferencias, es posible construir sueños con otras personas”, cuenta Aldemaro. Por lo mismo, lo que más destaca de su paso por el programa ‘Liderazgo para la reconciliación’ es la posibilidad de conectar con líderes diversos, lo cual no solo le ayudó a ampliar su visión, sino que le permitió generar alianzas desde “Maicao hasta Manaure”. Además, asegura haber conocido aún más el territorio y ser más consciente de las posibilidades de emprender proyectos colectivos en La Guajira.

Hoy día, Aldemaro alterna su trabajo en Talento de Calle con su labor como editor en una productora de video. Así mismo, dicta charlas, anima fiestas y realiza shows de drag queen y comedia.

Cuando habla con su mamá, quien aún vive en Venezuela, Aldemaro prefiere destacar lo positivo y no lo negativo de sus vivencias diarias. Tal vez, por eso su mensaje siempre es el mismo: “Estoy trabajando por mis sueños”.

Y sus sueños no son menores. Sueña con llegar a Millennium Dance Complex Miami, bailar en Las Vegas y, por qué no, ser bailarín de apoyo de un famoso artista latino. Sin embargo, su mayor sueño es hacer realidad los sueños de muchos niños y jóvenes que, como él, quieren cambiar vulnerabilidad por arte.